martes, 9 de agosto de 2016

SOY UNA SOMBRA

Yo ya no soy aquella
soñadora mujer que amar sabía;
¡soy la sombra de ella:
ya me volví calculadora y fría!

Yo ya no soy aquella
mujer que supo amar como ninguna;
la que confió sus cuitas a una estrella
y suspiraba al contemplar la luna.

Yo ya no soy aquella
mujer ingenua que te amara un día;
¡ya se borró su huella
y en cambio quedé yo: soberbia y fría!


POR ORIENTE

Ignoto el mundo, todo lo ve mi pensamiento
cruza por el espacio, como un soplo de viento
y escudriña el misterio de la vida oriental;
no hay país de leyenda que a su paso se esconda
ni paisaje de ensueño que no pueda admirar.

Vaga mi fantasía por el Sahara ardiente,
donde hollan los camellos las arenas candentes
buscando en lejanía un oasis y un palmar;
y sus largas siluetas fingen manchas de sombra
sobre la tersa alfombra del inmenso arenal.

Tierra Santa, en que Cristo posó ha siglos su planta;
donde vivió su vida con amargura tanta;
donde el monte Calvario lo mirara expirar
y en el huerto añoso y triste que escuchó sus palabras
en el postrer momento de retirarse a orar

El Egipto, surcado por las aguas del Nilo
con sus blancas mezquitas que llaman al nativo
al caer de la tarde para adorar a Alá:
con sus viejas pirámides, gloria de faraones,
que los siglos contemplan sin osarlas tocar.

Persia,,, las catacumbas... morada eterna y fría
de poderosos reyes de los pasados días,,,
La Estambul soñadora reflejada en el mar...
Y la tierra lejana de los cuentos de niños
que a la sombra nacieron de la vieja Bagdad.

El Japón legendario de hombrecillos pequeños
el país de los lotos... el país de los sueños
donde cantan las geishas con extraño cantar;
con jardines polícromos, donde tiene el almendro
iriscencias de nácar, bajo el rayo lunar...

La China misteriosa de seres fríos, esquivos
de ojos oblicuos, tristes y rostros amarillos
como el color que tienen las aguas de su mar;
donde el opio adormece todas sus inquietudes
y les brinda el inmenso consuelo de soñar...

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Ignoto el mundo, todo lo ve mi pensamiento
como un águila errante, como un soplo de viento
cruzo por el espacio con inquieto ambular...
¡Mi pensamiento es fuerte por que a toda hora, puede,
abrir en cruz las alas... elevarse... y volar...!


CLAVELES


Claveles, claveles rojos
que con ternura me has dado,
después de haberlos besado
más que tus labios, tus ojos.

Claveles que he contemplado
sangrantes como una herida...
¡Ay claveles de mi vida,
qué pronto se han marchitado.











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