martes, 13 de septiembre de 2016

POESIA DE GLORINELA

INDIO VIEJO

Indio viejo de pupilas apagadas y sombrías,
que las clava soñadoras en lejanas serranías
cual buscando una alegría que jamás ha de llegar;
alma triste como el alma que a mi raza simboliza,
ser enfermo de nostalgia cuya pálida sonrisa
al cetrino rostro apenas si se atreve a iluminar.

Indio viejo, altivo y fuerte como un árbol centenario;
tarde a tarde se encamina, taciturno y solitario,
a un paraje donde puede todo el valle contemplar;
y se ve desde la cumbre su sarape de colores,
cual si fuera un ramillete de policromadas flores
que curiosas al abismo se quisieran asomar.

Y las formas estatuarias de Ixtacíhuatl -que dormida
yace envuelta en el sudario sobre el túmulo extendida-
al igual que cuando niño se extasía en admirar;
¡cuántas veces en momentos de letal melancolía,
le contaba ingenuamente sus pesares y creía
que la muerta compartía como nadie, su pesar!

No ha mirado más paisaje que el paisaje pueblerino,
ni más sendas ha pisado que la cinta del camino
polvorienta y desolada que lo lleva hacia el hogar;
no ha aspirado más aroma que el que dan los limoneros,
ni más luz le ha iluminado que la luz de los luceros
cuando al alba,tras la yunta, va sus tierras a labrar.

No comprende que muy lejos, más allá de las montañas,
hay palacios -tan distintos a sus míseras cabañas-,
y que hay cosas que ni en sueños ha podido vislumbrar;
así ciego vive siempre, sin anhelos ni temores,
soportando resignado sus más íntimos dolores
sin pensar en el momento que la Muerte ha de llegar..

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Indio enfermo de nostalgia que a mi raza simboliza;
de melena hirsuta y lacia, de enigmática sonrisa,
siempre fuerte y altanero como un árbol secular;
¡cuántos hombres que pasean su saber con arrogancia,
han deseado muchas veces poseer esa ignorancia
que piadosa le ha librado del tormento de pensar!


¿RECUERDAS?

¿Por qué si buena fuí, me hiciste daño?
¿Porqué se ensaña contra mí tu encono?
Mas ya lo ves, a cambio de tu engaño,
sin rencor en el alma te perdono.

Te perdono en memoria de esos días
que guardo en mí como algo muy sagrado;
por todas nuestra muertas alegrías,
por todos nuestros sueños del pasado.

No puedo herirte como tú me heriste;
no te puedo mentir como mentiste,
ni puedo devolverte el mismo daño.

¿Recuerdas cuando antaño te decía,
que a esta ilusión jamás la mancharía
ni la traición, ni el odio, ni el engaño?


¡COMO PUDISTE AMARLE!


Alma: ¿por qué sumisa y por tan largos años
a esa esfinge sombría te empeñaste en querer?
¿Por qué cobardemente por doquier le seguiste,
si ante tí ni un instante se conmovió su ser?

¿Por qué le idealizaste si fué banal y frío?
¿Por qué tu fantasía te ocultó la verdad?
¿Creíste que hallarías esa chispa divina
de perfección en su alma, toda vulgaridad?

¡Qué te impulsó a adorarle con ciega idolatría?
¿Por qué desperdiciaste la Vida que se fué?
Y el alma, ante el recuerdo, serena me responde:
"¡no sé cuánto le quise, ni cómo, ni por qué!"







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