lunes, 26 de septiembre de 2016

POESIA DE GLORINELA

"DECIAMOS AYER..."

A mi pobre terruño has de volver viajero;
no se bien cuántos lustros pasarán, ni lo inquiero;
sólo se que algún día tendrás que retornar.
Será cuando la nieve matice tu cabeza,
cuando tu alma herida de incurable tristeza
busque la paz que lejos no pudiera encontrar.

Para entonces ¡qué solo te hallarás entre extraños!
Pasarán a tu lado seres fríos y huraños
que con indiferencia te verán otra vez.
Nuevas casas entonces bordearán el sendero
y entre todas, acaso buscarás el alero
de mi mansión que altiva mostrará su vejez.

Y si llegas cansado a tocar a mi puerta,
no te extrañe encontrarla para tu paso abierta,
ni te inquiete el silencio que te acoja al entrar;
aquí en el mismo sitio donde ahora me dejas,
me hallarás devanando las azules madejas
de mis sueños que sólo la Muerte ha de segar

Tendré el rostro marchito y las manos ajadas,
la melena canosa, las pupilas cansadas,
pero en mi alma la misma misteriosa inquietud;
y con los ojos húmedos por la alegría, hermano,
al vernos dulcemente me tenderás la mano
como en los días lejanos de nuestra juventud.

Y los dos sonreiremos al recuerdo de antaño,
donde no hubo traiciones, ni rencores, ni engaño;
donde todo fué claro como un amanecer;
y al anudar la hebra de esta rota quimera,
diremos como un día Fray Luis de León dijera
después de larga ausencia: "Decíamos ayer..."


CUANDO EL INVIERNO LLEGA...

Yo quisiera emigrar como las aves
cuando llega el invierno,
a un país tropical donde el sol dora
la arena a fuego lento...

Y plantar frente al mar y bajo el cielo
una rústica tienda;
tener por abanicos los palmares
y por lecho la arena...

Y soñar en silencio por las noches
mirando a los luceros,
como inquietos cintilan, salpicando
de plata al firmamento...

¡Ah, Señor: yo quisiera tener alas
como el ave viajera,
para emigrar hacia un país lejano
cuando el invierno llega!


YA ES HORA...

Ya es hora de partir... Dame la mano
y muéstrame el camino del arcano,
del que aseguran no se vuelve nunca.
¡Acércate hasta mí, no tengo miedo
y prueba de ello es que serena accedo
a que termines con mi vida trunca!

Estoy pronta a seguirte; mas ¿qué esperas?
mi equipaje -repleto de quimeras-
desde hace mucho que empolvado aguarda
Te he esperado impaciente, año tras año,
y al no verte llegar, el desengaño
me ha hecho que repita: ¡cuánto tarda!

El momento es propicio, aún no anochece;
tendré luz suficiente cuando empiece
a emprender en silencio la jornada.
¡Acércate hasta mí, que estoy rendida,
de ver como los sueños en mi vida
se vuelven humo... polvo... sombra... nada...!


SIN PROTESTAR

Para los otros son tus alegrías,
tus sonrisas, tus sueños, tu ternura;
para mí todas tus melancolías,
tus fracasos, tu tedio, tu amargura.

Para ellos el calor, para mí el frío;
pero sin protestar bendigo al cielo,
por el bien que me dió de ungir tu hastío
con el bálsamo suave del consuelo.



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